Por Yohanna M. Roa
Caro hoy: la vigencia como método
Sobre el libro Postales y la exposición Caro es de Todos
Yohanna M. Roa y Antonio Caro. Presentación del libro en la Biblioteca Departamental de Cali, 2014. Cortesía de la Fundación Humana Integral.
En 2014, mientras editaba el libro Postales de Antonio Caro y curaba la exposición Caro es de Todos, comprendí algo que atraviesa toda su práctica: la obra de Antonio no obedece al tiempo lineal. Sus imágenes se salen de la cronología, habitan un régimen propio y mantienen una vitalidad que desarma cualquier lectura histórica fija.
Lejos de desgastarse, se afinan. Cada nuevo contexto hace que su potencia crítica se rearticule y vuelva a irrumpir con precisión quirúrgica. Esa cualidad extraordinariamente rara en la cultura visual contemporánea explica por qué su obra continúa actuando hoy con la misma fuerza disruptiva que tuvo en su primera aparición.
En aquel entonces Antonio estaba vivo, lúcido y dispuesto siempre a tensar los límites de la cultura visual. Nadie imaginaba que, una década después, esa apreciación se convertiría casi en una ley de comportamiento de su obra. Hoy, 10 de diciembre, día de su nacimiento, regreso a ese texto que escribí con él presente para actualizarlo desde otra perspectiva: la de su permanencia insoslayable.
Imágenes de la presentación del libro de Postales de Antonio Caro, en la Biblioteca Departamental de Cali, 2014. Cortesía de la Fundación Humana Integral
Reflexionar sobre la juventud permanente de su obra me devuelve a la historia de la nave de los Argonautas. La embarcación que partió con Jasón mantenía la misma forma a lo largo del viaje, pero cada avería exigía reemplazar piezas con materiales de orígenes diversos. Al final, la nave era, simultáneamente, la misma y otra.
Esta paradoja describe con precisión cómo operan las superestructuras culturales: cambian con rapidez, clasifican lo que ya no les sirve y expulsan lo que creen superado. Lo que permanece es aquello capaz de instalarse, con fuerza estructural, en el territorio íntimo donde cultura y experiencia individual se cruzan.
Antonio Caro logró esa difícil tarea: inscribir su obra en la infraestructura cultural profunda, allí donde las imágenes no se consumen, sino que se transforman. Su gesto conceptual radical en su sencillez formal, impecable en su puntería crítica, actúa como una fractura que asciende hacia la superestructura. Sus obras funcionan hoy como signos activos, no como reliquias. No envejecen porque Antonio nunca apuntó al estilo, sino al nervio cultural: al lenguaje, la marca, el emblema nacional, el gesto publicitario, los pigmentos identitarios, la violencia semántica del poder.
Antonio Caro. Homenaje a Manuel Quintín. Versión para el libro de postales, 2014. Fundación Humana Integral.
Su obra desmonta estructuras naturalizadas, la imagen de nación, la retórica publicitaria, el racismo estructural, el colonialismo que persiste en lo cotidiano y las devuelve al espectador como una pregunta que descoloca. Es un arte que no describe la realidad: la altera.
Por eso su influencia excede el campo del arte. Caro es uno de los pocos artistas colombianos cuya iconografía se filtró sin resistencia en la cultura popular: en buses urbanos, camisetas, fotocopias anónimas, grafitis improvisados. Él celebraba esa circulación porque entendía que allí —y no en la vitrina museográfica— la obra adquiría su máximo potencial crítico.
Este libro de Postales, que hoy recuperamos con un sentido conmemorativo, reúne dieciséis obras esenciales que trazan una cartografía rigurosa de su pensamiento visual: SAL (1971), Un tigre (1973), Defienda su talento (1974), Colombia (1975 y 1976), Bandera Colombia (1977), Todo está muy Caro (1978), Homenaje a Manuel Quintín Lame (1978), Proyecto 500 (1990), Estampilla (1993), Achiote (2001), Malparidos (2005), Dosis Personal (2006), Desgraciadas (2007), La Gran Colombia (2007) y Minería (2012). Agradezco profundamente ese gesto editorial de Antonio, porque las postales materializan su deseo de circulación libre, democrática, incisiva.
Antonio Caro. Minería. Versión para el libro de postales, 2014. Fundación Humana Integral.
En lo personal, este libro me devuelve al origen de mi relación con su obra: tenía trece o catorce años cuando, en un bus de Bogotá, una calcomanía con la palabra “Colombia” escrita en la tipografía de Coca-Cola me atravesó con una claridad inesperada. Años después supe que esa imagen había sido creada por un artista, Antonio, con quien terminaría trabajando, dialogando y compartiendo amistad desde mis 19 años.
Muchos proyectos quedaron inconclusos tras su fallecimiento, pero la huella que dejó en el arte colombiano, en quienes trabajamos a su lado y en mí misma es indeleble.
Hoy, al reescribir y actualizar este texto para conmemorar su cumpleaños, reafirmo lo que su obra hace evidente: Caro no pertenece a una época, no pertenece a un estilo; Caro pertenece a la conversación viva de la cultura.
Antonio Caro. Caro es de todos. Versión para el libro de postales, 2014. Fundación Humana Integral.
Caro es y seguirá siendo de todos.
Aún se te extraña Antonio
Yohanna M. Roa y Antonio Caro. Bogotá, Colombia. 2019. Fotografía: Jorge Lozano
