“En el Ecuador, la falta de unión de las mujeres nos ha debilitado como movimiento social y político”
Por Kekena Corvalán.
Kekena: Lo primero que quería preguntarte es acerca de tu formación, y cómo llegas desde ella a la curaduría.
Katya: La mía es una formación, ahora lo puedo ver, llena de diversas influencias y momentos, en el contexto de una familia dedicada a la ciencia y a la medicina, estudiar arte constituía romper la tradición, y conducirme a otro tipo de conocimiento, Mi madre supo escuchar, la vocación, y fue ella quien siempre me motivo, estudié pintura desde muy niñita hasta graduarme en el colegio y luego obtener la licenciatura en Artes Visuales. Y de allí, en adelante siempre curiosa, decido estudiar curaduría de arte latinoamericano en un programa muy novedoso pero
que era muy distante de la realidad ecuatoriana, el programa de Curaduría y Museos, del Sofía Imber y el Museo de Bellas Artes de Caracas. Entonces estudio bajo la coordinación de María Elena Ramos, una pensadora y una curadora muy importante. Caracas se convierte para mí, sin saberlo, en una etapa fundamental, porque conozco varias artistas de los que no se sabía nada en Ecuador. Caracas representó conocer la lógica de las colecciones de grandes museos, con una gran inversión en adquisición de obras, y en promoción de ellas.
Por otra parte me impresiona mucho el vínculo pedagógico y social de los museos, además el trabajo intelectual y sensible, axial y horizontal que tenían los curadores que se formaban allá, y finalmente el acceso que pude tener con las colecciones maravillosas, de los museos, obras de artista fundamentales, desde museos públicos como colecciones privadas, por ejemplo la Colección Cisneros, antes de que sea trasladad del país, antes de la revuelta política. A mi regreso al Ecuador hago una de las primeras curadurías que me parece muy interesante y a la vez muy inconsciente: la Universidad de Cuenca me contratan para celebrar el año jubilar, ya han pasado 25 o 26 años de esto. Y fue súper interesante porque pude levantar una investigación que ahora veo que
han seguido colegas en la Universidad, que consiste en ver qué sucedía con las mujeres que estudiaron Bellas Artes en el origen de la Universidad. Cómo se estructuró esta Academia y qué pasó con ellas, con las alumnas mujeres. Porque las Facultades de Arte, al menos en el caso ecuatoriano, tienen siempre una mayoría de mujeres estudiantes, sin embargo, son las que menos ejercen. Fue una investigación que me abrió mucho los ojos porque las asignaturas eran divididas por género y horario: en la mañana estudiaban las mujeres, pintura, dibujo, gouache; en la tarde, las asignaturas eran masculinas: escultura, escultura en mármol, la forja, la cerámica, el dibujo al desnudo. Todas esas investigaciones derivaron en una investigación muy interesante que
justamente se inauguró aquí, en Cuenca, en el contexto del Museo Remigio Crespo, recuperando muchas obras que formaban parte del acervo de la universidad.

Katya Cazar.
KC: ¿y cómo fuiste tejiendo tu trabajo como curadora y como artista?
Katya: Paralelamente llevé a cabo mi trabajo como artista y como curadora. He participado de momentos muy interesantes en el arte ecuatoriano. Fui la co-curadora junto a Gerardo Mosquera de un proyecto que rompió el canon de lo que, hasta ese momento, era el arte en espacios públicos en Ecuador. Se llamó Arte Contemporáneo en patios de Quito, este consistió en la intervención de catorce patios históricos, con una escala enorme, en el Centro Histórico de la ciudad de Quito, catorce artistas contemporáneos intervinieron estos espacios en una logista y propuesta artística nunca realizada en Ecuador. Esto significó un buen preludio para lo que fue el momento en el que la Fundación Municipal Bienal de Cuenca me invita a curar la 11 Edición, en 2010. Luego pasaría a dirigirla en 2012, hasta una segunda ocasión como director en el 2023.
Ha sido un proceso muy interesante, no he dejado de exponer, de estar en muestras individuales y colectivas. Además, el trabajo académico me interesa mucho, actualmente estoy concluyendo mi tesis doctoral, pero siempre he pensado que el trabajo académico tiene que ser sensible a la realidad, a los contextos. El contexto ecuatoriano es muy complejo, es muy jerárquico patriarcal, está atravesado por el sentido de lo político. Si
bien todo acto, por más personal que resulte, está atravesado por lo político, la política en manos del patriarcado puede ser muy compleja. Curé la Bienal número 12, que fue bien interesante: Ir para volver, dedicada a la migración del mundo, un tema muy impactante y especial para una zona como Cuenca, donde la migración de nuestra provincia constituye todo un drama social, Cuenca tiene una migración desde mediados de siglo XX, enorme, tanto es así que la ciudad en la actualidad se mantiene gracias a las remesas económicas que recibimos de nuestros migrantes. En una segunda ocasión dirijo la Bienal en su edición número 15, con una gestión mucho más sensible, porque conté con más tiempo que la primera vez en que realice y arme una bienal con 37 artistas en 12 espacios, en año y medio, en que se produjo, financio una bienal y su catálogo.
La Bienal de Cuenca, Cambiar el verde por Azul, fue una bienal centrada en el ecofeminismo, en ecología y conocimientos ancestrales con una presencia histórica que visibilizada a las artistas mujeres, es la Bienal que en 30 años de vida institucional tuvo la mayor presencia de mujeres artistas latinoamericanas, y ecuatorianas, Hemos trabajado en esta ocasión modelos de producción basada en sostenibilidad en plena pandemia. La curadora invitada fue una mujer, parecen gestos pequeños, pero en realidad son enormes frente a lo que representa toda
la gestión de arte y cultura ecuatoriana, franqueada por la hegemonía masculina y por el aún no comprender del todo el arte contemporáneo. Actualmente estoy trabajando freelance. Dejé una Bienal a medias, la número 16, con el nombramiento de curador, la selección de artistas y un modelo de gestión planteado, sin embargo, el trabajo consciente quedo ahí, aun a pesar de los cambios políticos.
Podemos observar ahora una Bienal próxima a realizarse este año que olvidó los ejes sensibles y transversales como es la presencia de las mujeres, el feminismo, y conocimiento ancestral, así como una producción sostenible, tema que lamento porque nunca hay que darle la espalda al contexto ecuatoriano que es un contexto sensible y poblado de saberes provenientes de diversas fuentes culturales, que tienen una voz y un saber muy particular. Esto nos vuelve un país muy rico por lo diverso, un país que mira al futuro de otra manera, y que aborda el arte
actual desde diversos espectros.

Cazar, K. (2010). Piano [Fotografía sobre papel].
KC: Quería que me contaras cómo ves hoy la curaduría feminista, con esta cuarta ola que nos está nutriendo a nosotras que quizás seamos de una ola intermedia….
Katya: Yo creo que hay una deconstrucción de las propias prácticas curatoriales. Ya no pensar en jerarquías hegemónicas sino en algo horizontal, democrático y axial. Somos un sistema de compañeras que nos sostenemos, que nos defendemos cuando hay maltratos o cambios fuertes impulsados por la política, la política machista. Si creo que estamos en la cuarta ola desde lo conceptual en Latinoamérica y en países como Ecuador estamos conscientes de la lucha feminista, pero si la cuarta ola después de reconocer y luchar por los derechos, la cuarta en la que se consolida el feminismo, en mi país aun no logramos entrar en la cuarta.
Creo que lo que más puede aportar una curaduría desde el feminismo es la visibilidad de artistas mujeres: a las que ya están, a las que producen continuamente, así como la obligación de revisar los nombres desaparecidos, mencionar las obras desaparecidas, las trayectorias desaparecidas, para así cambiar el guion histórico de una historia del arte que aun en países como el mío esta escrita por hombres con criterios donde enuncian la historia que ellos subjetivaban, no necesariamente la historia real.
Ha sido muy grato para mi trabajar con tantas artistas mujeres en el contexto latinoamericano, de varias generaciones. Me encantó tener, por ejemplo, en ocasión de la 12 Bienal de Cuenca a Marta Araujo, una artista de la generación de Ana María Maiolino, Araujo tuvo una producción importante, que provenía de la época de la dictadura brasileña, que trabajó mucho con el cuerpo, pero que curiosamente nunca había salido del país. Y la primera vez que salió fue Ecuador para la Bienal 12, también me emociona pensar en el trabajo con Priscila
Monge y Regina José Galindo, Tania Candiani, y otras, tener la presencia de todas estas mujeres en el país, y en Cuenca, creo que ha sido un enorme aporte al que no se le ha dado la importancia que tiene, pero el testimonio quedo en el registro de catálogos, y publicaciones, que además de su calidad editorial fueron los catálogos de Bienal, más económicos de la historia de la bienal, lo que denota el cuidado femenino sobre economías diversas, y como parte del concepto de un equilibrio sostenible.
Creo que hay que apoyar mucho la visibilidad de las mujeres artistas, curadoras y gestoras. En el mundo del arte también tenemos una especie de mutilación de trayectorias, por eso el cuidado sobre las historiografías de trayectorias femeninas es un urgente y una responsabilidad. En mi caso me ha tocado ejercer como artista, curadora y gestora, y esto implica tener en cuenta las convergencias del poder político y las negociaciones diversa, que buscan el bien común , sobre el arte bajo el rigor y el cuidad que implicas, así como la consigna permanente de siempre estar vigilantes, siempre atentas, para que los procesos promovidos tanto por las mujeres gestoras como por las artistas puedan llegar a feliz término y sin censura.

Cazar, K. (2008). Repetición [Fotografía sobre papel].
KC: Y si yo te digo que tenemos que pensar estrategias de descompetir, ¿qué se te ocurre?
Katya: Yo creo que eso es algo urgente. Porque si volvemos a competir, volvemos a entrar en el canon machista. La única manera de ser más poderosas es estar juntas de manera colectiva y generosa, promoviendo el trabajo en común, dialogando permanentemente, siendo fuerza estratégica.
KC: En cuanto a tu trabajo como artista, ¿qué te atraviesa?
Katya: Por muchos años trabajé mucho el tema de la autorepresentación, por el propio pánico queme producía auto fotografiarme o verme fotografiada. Fue un trabajo de mucha aceptación del cuerpo, de la memoria, construí fotos enormes como un banner que ubiqué en la 7ma Bienal de Cuenca que cubrió todo el Palacio Municipal, es una obra en la que dialogo conmigo misma bajo la frase de la mentira, para mencionar cuántas veces nos mentimos a nosotras mismas, para representarnos, cuánto trucamos nuestra imagen por esta legitimación de la belleza, de los cánones. He trabajado en varias aristas de lo afectivo y de lo doméstico como territorio de guerra, frente al establishment social, de un país andino y conservador.
Posteriormente me han interesado mucho las narraciones históricas mi última muestra individual se la dedico a mis hijas, porque es un tema muy potente el tema de la maternidad, con luces y sombras, y se la dedico a la cuestión de lo doble, de la definición de in-dividuo, un ser doble, con un doble doblez y con el sentido de cómo la maternidad puede influir en nuestra producción intelectual, formal, y al mismo tiempo se vuelve una gran inspiración. También es una crítica al sistema que siempre piensa en exposiciones para hombres, sin pensar que muchas de las trabajadoras del arte y la cultura somos mamás, sostenemos el hogar, somos jefas de familia. Y cuando se viaja por trabajo, hay otro sistema que tiene que seguirse manteniendo. Y actualmente me interesa la figura patriarcal de varios héroes históricos ecuatorianos con los que estoy interviniendo una serie de libros y fotografías. Libros de dedo, libros de cine, generando acciones, con la idea de poderlos presentar en contextos internacionales, con obras que enfrenten a los grandes jerarcas masculinos que han construido y construyen la narración oficial de nuestra historia.

Cazar, K. (2023). Lo doble [Fotografía sobre papel].
KC: Para finalizar, por qué nos cuesta tanto ver artistas ecuatorianas en el mundo…
Katya: Yo creo que existen buenas artistas, no son muchas y enfrentan la ambigüedad de la vida y del trabajo en arte, sin contar con muchos apoyos, apoyos que comienzan por los afectivo en casa, y por los apoyos institucionales, no existe una revisión permanente de apoyo, está muy en boga solo el apoyo artistas que comienzan o emergentes, tema que es muy importante, pero en la producción de arte femenino es
importante revisar como se otorgan los apoyos permanente, porque de lo contrario la vida de las mujeres, sus responsabilidades humanas determinan y va minando sus oportunidades en el trabajo y en su proyección.
Por muchos años hemos sido una minoría, es imperioso un trabajo de ubicación, gestión y difusión. Ecuador tiene un sistema de museos muy interesantes, museos que en su mayoría son patrimoniales, que eso
está muy bien, por un lado, pero por el otro, el sistema interno de administración y plataformas falla en actualización. La inversión también tiene que ir in creciendo, no como ha pasado en los últimos años.
Hemos logrado algunas conquistas, pero es muy complejo en términos de financiamiento y representación, y como ser visibles ante el mundo. Creo que eso ha jugado un papel fundamental la Bienal de Cuenca, por eso debe ser siempre responsable frente a la escena nacional y local. De lo contrario, siempre seguimos a pérdida, siempre valoramos el afuera cuando hay tanto que decir sobre Ecuador. Un país que tiene una gran deuda con el arte contemporáneo al que si bien viene apoyando, pero no es suficiente, hay que alimentar más el sistema de apoyos, y revisar el trabajo con las minorías, dónde una delas más necesitadas es la de las mujeres, no basta los salones de homenaje o el 8 de marzo, hace falta más reflexión, los gobiernos locales y el nacional, las instituciones diversas, tiene que apoyar más, a nivel técnico y sostenible a largo plazo, menos inmediatista y menos atravesado por políticas a corto plazo.

Cazar, K. (2007). Mentira [Técnica mixta].
KC: Sería hermoso tener una presidenta mujer, ¿no?
Katya: ¡Sí, claro que sí! ¡Sin duda! Así como ministras, asambleístas, concejales, directoras de museos, madres artistas empoderadas, mujeres artistas viviendo un vida digna donde puedan seguir produciendo arte.
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Katya Cazar es curadora, artista y gestora cultural ecuatoriana con amplia experiencia en arte contemporáneo, ecofeminismo y prácticas curatoriales feministas. A lo largo de su carrera, ha trabajado para visibilizar las voces de las artistas latinoamericanas, a la vez que investiga y recupera historias olvidadas en la escena artística ecuatoriana. Cazar ha curado varias Bienales en Cuenca, Ecuador, y ha sido fundamental para impulsar modelos sostenibles y feministas en las prácticas curatoriales en Latinoamérica.