
Ana Victoria Jiménez, Ciudad de México, 2025. Fotografía cortesía de Nina Höchtl.
Ana Victoria Jiménez (Ciudad de México, 1941–2025) fue una de las figuras más fundamentales en la construcción de las memorias feministas en México y América Latina. Fotógrafa, artista, editora, archivista y activista, desarrolló a lo largo de más de cinco décadas una praxis transdisciplinaria que transformó la manera en que se documentan, se imaginan y se transmiten las luchas feministas. Su obra rigurosa, situada y profundamente política se convirtió en un punto de referencia indispensable para comprender cómo las mujeres han articulado formas de resistencia, de producción de conocimiento y de creación comunitaria desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.
Su trabajo fue, en esencia, político: no por la identidad de las mujeres que fotografió, sino por la metodología feminista desde la cual construyó cada imagen, cada publicación y cada gesto de archivo. Ana Victoria pensó el feminismo como una ética cotidiana, una forma de mirar, un modo de construir comunidad. Y esa coherencia marcó profundamente el campo artístico, documental y editorial de su tiempo.
Militancia, mirada y método: el feminismo como práctica histórica

Portada del libro Mexican Feminism in Protest. The Photography of Ana Victoria Jiménez, 1964–1990. Cortesía del Archivo Ana Victoria Jiménez, Biblioteca Francisco Xavier Clavigero, Universidad Iberoamericana. Fuente: Latin American Centre, University of Oxford.
Desde los años sesenta, Jiménez se involucró en militancias que hicieron visible la desigualdad estructural en las organizaciones de izquierda. Su salida del Partido Comunista Mexicano, justamente por la persistencia del sexismo dentro del partido, fue un punto de inflexión que la llevó a participar en proyectos que hoy son parte de la genealogía fundamental del feminismo mexicano: la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas y Mujeres en Acción Solidaria, entre otras iniciativas que buscaban articular demandas colectivas desde un pensamiento feminista crítico y autónomo.
Su ingreso al colectivo de arte feminista Tlacuilas y Retrateras en 1984 representó su apuesta más radical por una estética de resistencia. Junto a otras artistas, organizó acciones icónicas, como la Fiesta de XV años en la Academia de San Carlos, y presentó la obra El juego de la sirena, en la que la imagen fue asumida como un espacio de ruptura, denuncia y especulación política.
Estas prácticas no surgían de una estética formalista, sino de un entendimiento feminista del arte como herramienta para producir contraimaginarios, fisurar los discursos hegemónicos y crear comunidad.
Una fotógrafa del movimiento: tres décadas de documentación, afecto y cuidado.

Ana Victoria Jiménez, Cuaderno de tareas / Work Planner, 1978–81.
Andrea Ancira, Nina Höchtl, Ana Victoria Jiménez (coords.), publicado por Mark Pezinger Books, Tumbalacasa Ediciones y la Academia de Bellas Artes de Viena.
Una fotógrafa del movimiento: tres décadas de registro, afectos y cuidado, entre 1970 y 1990, Ana Victoria Jiménez sostuvo un trabajo que hoy resulta imprescindible: documentó incesantemente marchas, congresos, encuentros, performances, protestas, acciones colectivas, exposiciones y espacios de organización feminista. Su archivo no solo registra la Ciudad de México, sino también la proliferación de movimientos en varios estados del país y en territorios de América Latina.
Su cámara capturó cuerpos en acción, pactos entre mujeres, gestos comunitarios, espacios de autodefensa e imaginación política. A diferencia de otros registros fotográficos militantes, su trabajo se caracteriza por una mirada cercana, encarnada, donde el archivo no es distanciamiento sino acompañamiento.
Como artista visual, desarrolló proyectos que extendieron la fotografía hacia formatos experimentales:
– Cuaderno de Tareas, una publicación inédita concebida como agenda semanal, que visibilizaba el trabajo doméstico y el tiempo de las mujeres;
– Columpio sobre el precipicio (1985), una narración fotográfica autoeditada que desbordaba las categorías convencionales del género documental.
Su obra se inscribe hoy en la historia del arte feminista latinoamericano, no solo por su contenido, sino también por su metodología radicalmente situada.
Es imposible comprender la trayectoria de Jiménez sin reconocer su contundente labor editorial. Entre 1982 y 1992 trabajó en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, donde editó libros y dirigió la revista Problemas del Desarrollo. Paralelamente, desarrolló publicaciones independientes que fueron esenciales para la alfabetización política y la organización feminista:
- LUPE. Cartilla de alfabetización para mujeres. Todas aprendiendo de todas (1986 y 1996)
- Mujeres rurales ante el nuevo milenio (1994)
- Sembradoras de futuros. Memoria de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (2000)
- La lucha por la reivindicación de las empleadas del hogar (Colectivo Atabal, 2002)
Estas obras no son simples documentos. Son herramientas de formación, pensamiento y acción colectiva, donde la edición es asumida como práctica comunitaria y como política de transmisión feminista.
El Archivo Ana Victoria Jiménez: una memoria que sostiene al movimiento

Archivo de Ana Victoria Jiménez del movimiento feminista en México (1970–1990). Documentos fotográficos, hemerográficos y bibliográficos resguardados en la Biblioteca “Francisco Xavier Clavigero” de la Universidad Iberoamericana. Imagen Programa Memoria del Mundo México. Fuente: memoriadelmundo.org.mx.
Quizá su legado más monumental es el Archivo Ana Victoria Jiménez, un compendio documental, fotográfico, hemerográfico y bibliográfico que preserva más de tres décadas del movimiento feminista en México. Contiene:
- minutas y acuerdos
- convocatorias y documentos legales
- denuncias sobre trabajo doméstico no remunerado
- materiales sobre la organización de mujeres mayores
- efímera: volantes, carteles, programas de teatro y performance
- publicaciones feministas icónicas como La Revuelta o FEM
- más de 3,000 fotografías de acciones, protestas, performances y reuniones feministas
El archivo es un ejemplo paradigmático de lo que la archivística feminista ha conceptualizado como práctica de cuidado: registrar para no olvidar, conservar para sostener, organizar para transmitir.
En 2011, Jiménez donó el archivo a la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero (Universidad Iberoamericana), donde actualmente puede consultarse. En 2024, la UNESCO lo reconoció como parte del programa Memoria del Mundo, lo que consagra su relevancia global y confirma la profundidad del aporte de Jiménez al patrimonio feminista mundial.
Una vida dedicada a construir tejido comunitario: Ana Victoria Jiménez fue una lideresa en el sentido más amplio del término: acompañó procesos, articuló redes y sostuvo la memoria feminista cuando otras instituciones aún no la consideraban digna de ser conservada. Su trabajo transdisciplinario como investigadora, artista, editora y archivista produjo un modelo político-estético que sigue vigente en la práctica de nuevas generaciones.
Hasta el final de sus días, mantuvo su compromiso con el activismo comunitario, con el registro de luchas y con la creación de metodologías de trabajo que rompieran con los modos patriarcales de producir conocimiento.
Desde INES_Magazina, honramos el legado de Ana Victoria Jiménez no solo por lo que produjo, sino por lo que posibilitó: las redes de mujeres que articuló, las memorias que salvó del olvido, los métodos feministas que encarnó, las genealogías que nos permiten hoy pensar y habitar el feminismo como práctica transformadora.
Su archivo, su mirada y su insistencia ética seguirán abriendo caminos.
Gracias, Ana Victoria. Tu legado nos sostiene.




