Columna Rompiendo la Mirada
Por Semíramis González

No pienso recoger los platos rotos. 2020 Díptico. Lápiz y acuarela sobre papel. 70 x 100 cm
Resulta significativo que el ocultamiento de la mitad de la población humana se haya dado en tantos campos de la vida, incluidos aquellos en los cuales su fuerza de trabajo resultaba esencial para el desarrollo del sistema capitalista. Las mujeres “somos mayoría y en cambio estamos estructuradas en las instituciones sociales como si fuésemos una minoría” (Lerner, 1990). La fuerza productiva y reproductiva de las mujeres ha estado presente en el desarrollo de la industrialización que dio paso a un capitalismo globalizado, ampliando también las múltiples formas de aprehenderse de las capacidades de estas. Algo tan evidente es, sin embargo, una laguna aún en muchos análisis históricos del devenir histórico desde la Revolución Industrial, ignorando que la apropiación primitiva de las mujeres impulsó cambios en el sistema de gobierno y fue motor en la historia, aunque supusiera para ellas una desventaja.
Como analiza en profundidad Federici (2010), el sistema patriarcal “ha intentado disciplinar y apropiarse del cuerpo femenino, poniendo de manifiesto que los cuerpos de las mujeres han constituido los principales objetivos —lugares privilegiados— para el despliegue de las técnicas de poder y de las relaciones de poder”. Si tuviéramos espacio para un análisis más pormenorizado, entraríamos a estudiar el por qué se transforma, de manera paulatina, un sujeto social en un objeto a explotar por el sistema, en el cual las mujeres se convierten en ciudadanas de segunda. No se trata solamente de la dimensión de género; aquí también entran factores como la clase social o la cuestión racial en una mayor explotación de los cuerpos de estas o de la violencia sufrida. En cualquier caso, sí podemos señalar que en el capitalismo “el cuerpo es para las mujeres lo que la fábrica es para los trabajadores asalariados varones: el principal terreno de su explotación y resistencia” (Federici, 2010).

Partiendo de un análisis feminista de la realidad histórico-social de su entorno inmediato (la Cuenca Minera del Nalón, en el norte de España), la artista Natalia Pastor (Pola de Laviana, 1970) presenta en el Museo Barjola (Gijón, España) una instalación específica pensada para la Capilla, en la que los distintos elementos que la componen vienen a romper eso que Federici llama la “política del cuerpo” [1], es decir, propone una postura feminista que niega que el cuerpo sea solamente una esfera de lo privado.
Esta “Barricada doméstica – de dentro a afuera” recoge procesos artísticos que Pastor ha estado utilizando desde hace años: desde el textil y el bordado al dibujo y la fotografía, para presentar una instalación en la que se entrecruzan esfera pública y espacio privado a partir de elementos como una gran barricada con objetos de uso doméstico (colchones, sillas, toallas, muebles, utensilios, productos de limpieza o juguetes), una montaña de carbón, distintos elementos textiles bordados, una gran fotografía y una pieza sonora. Cada uno de estos objetos alude a distintas vertientes conceptuales que articulan el trabajo de Pastor desde hace décadas. Por un lado, es esta una propuesta artística situada, que no puede dejar de mirar al contexto concreto en el cual la artista ha desarrollado su trabajo y donde vive: la Cuenca Minera del Nalón, conocida por su tradición minera y de raigambre obrera. Pastor quiere, con esta serie de piezas que irrumpen en el espacio, reclamar el reconocimiento de las labores que llevaron a cabo las mujeres en la industrialización y en la minería. La comarca minera asturiana, en el norte de España, pasó de ser un eje de crecimiento económico y social a ser testigo de una profunda depresión tras la reconversión y el cierre de las minas. La actividad de las mujeres en la minería ha estado silenciada o insuficientemente reconocida, de manera tradicional. Es en los últimos años que cada vez más voces buscan recuperar la aportación que llevaban a cabo las carboneras y las mineras, no sólo por realizar un trabajo mal pagado y escasamente visibilizado, sino porque fue gracias a sus redes de colaboración y solidaridad que se abrió camino a un incipiente feminismo industrial, que fue cimiento en la resistencia durante la dictadura franquista (Nogueira, 2023). No sólo eso, sino que el trabajo malamente remunerado se sumaba a las tareas invisibles de los cuidados, que siempre han recaído en las mujeres. Si bien este trabajo de cuidados es fundamental para el sostenimiento del sistema capitalista, no resulta suficiente para su aceptación social. Estas mujeres que Pastor reivindica en su barricada son el ejemplo perfecto que de nosotras ya no sólo se espera que aportemos dinero al hogar, sino que acatemos las obligaciones domésticas como un trabajo añadido extra y gratuito (Federici, 2017).

Autorretrato. 2019. Lápiz y acuarela sobre papel. 100 x 70 cm
La barricada es, asimismo, un elemento alusivo a las redes solidarias obreras, de la protesta y la defensa de condiciones laborales dignas. Aquí esa barricada no arde ni está formada por bidones o ruedas. Aquí, el colchón de dormir, los juguetes o los utensilios domésticos visibilizan la protesta de ese espacio tradicionalmente privado que es, en realidad, un espacio social y público. La construcción familiar es profundamente patriarcal (Millett, 2019) y no ha sido hasta recientemente, a la luz de los últimos reclamos feministas de la Cuarta Ola, cuando los cuidados han empezado a salir del silencio y han empezado a ponerse sobre la mesa. El feminismo lleva reclamándolo desde los años 70, pero no así el resto de análisis sociológicos, que dejaban como un problema menor y de poco interés lo que ocurría en el ámbito familiar, o sea, en el ámbito de explotación de las mujeres. Incluso Engels (2017) llegaba a señalar que “el hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletario”, sin que esto tuviera una continuidad en los estudios generales de la desigualdad. La clase sí, el género no.
Pastor nos propone aquí un ejercicio crítico con esas fuentes de las que hemos bebido y que han sido contestatarias y reivindicativas, pero que, a menudo, han dejado de lado los asuntos del hogar. Ya desde trabajos anteriores suyos, como “Ring doméstico”, la artista buscaba poner en jaque esos elementos que han conformado su identidad: el talante combativo y de resistencia de una comarca como la Cuenca, frente a la autobiografía y lo privado. Esa proclama feminista de que “lo personal es político” desdibuja sus límites en la cuidada y precisa puesta en escena de las obras de Pastor, donde uno y otro, como no puede ser de otra manera, se entremezclan. A partir de un mono de la mina de su familia, con su característico color azul, la artista borda mensajes y se retrata con él puesto, en una revisión de la icónica Rosie la Remachadora en el siglo XXI y en el contexto industrial asturiano.
Para Pastor son importantes las referencias feministas a otras que la precedieron y, siguiendo la máxima de que hacer genealogía es también hacer feminismo, su trabajo tiene alusiones a obras incipientes del feminismo en el arte como “Womanhouse” de Judy Chicago y Miriam Schapiro en California en 1972, pero también a Martha Rosler o Birgit Jürgenssen. En todas ellas, el espacio doméstico se convertía en protagonista para visibilizar un espacio de violencia, pero también de resistencia, de contradicción y de empoderamiento. En la instalación que vemos en el Museo Barjola sobrevuelan todas estas referencias, no sólo en la propia barricada, sino en los elementos textiles bordados con frases alusivas a proclamas de manifestaciones del 8 de marzo, así como de otras relacionadas con el trabajo, con la violencia simbólica del espacio doméstico y otras de pancartas, manifestaciones y huelgas mineras. Hay elementos tan específicos que son casi una reliquia de otro tiempo, como las toallas de HUNOSA o el mono de la mina.

House-work. 2020. Lápiz y acuarela sobre papel. 42 x 229,7 cm
Sin embargo, hay una obra que destaca en medio de este ordenado caos de protesta y reivindicación feminista que ocupa el espacio de la capilla en el Museo Barjola, y es la fotografía que, en la pared central, muestra a la artista subida a una montaña de carbón agitando una bandera a base de una toalla bordada, una fregona y una escoba. Porta el mono de minería, también repleto de frases bordadas, y se presenta en una composición que alude a la icónica obra de “La libertad guiando al pueblo” (1830) de Eugène Delacroix. Si la pintura romántica era un alegato a favor de la libertad y en protesta por el autoritarismo de Carlos X, ensalzando así la respuesta ciudadana en las calles, la obra de Pastor relee la escena con una perspectiva feminista y crítica. No es la única que lo ha hecho. La única figura femenina en la obra de Delacroix es Marianne, la alegoría de la libertad, rodeada de hombres de distintas clases sociales y distintas edades. Ella es la guía, pero aparece desnuda de un pecho y portando la bandera francesa. En 2009, la artista Cristina Lucas revivía esta escena en una pieza en vídeo, “La Liberté raisonnée” (Lucas, 2009), en la que se activaba la acción y el destino de Marianne; más allá del momento congelado de Delacroix, era otro. ¿Cuál hubiera sido la realidad de una mujer semidesnuda en medio de las protestas ciudadanas en el siglo XIX? Es más, ¿cuál sería su destino hoy, en cualquier calle, en cualquier manifestación? Natalia Pastor traza aquí un intento de respuesta convirtiendo a Marianne en una mujer empoderada, ella sola guiándose a sí misma, escalando la montaña de carbón de clara alusión al contexto minero, y portando los verdaderos elementos que han acompañado a las mujeres y que han permanecido ocultados por el sistema sexista: los utensilios domésticos son aquí proclama y subversión; la fregona ha perdido su sentido original para ser estandarte de una bandera en la que leemos “Dame tira” “Compañera, dame tira” – Compañera, dame impulso – fue el lema de la manifestación del 8 de marzo de 2023 que se celebró en otra ciudad de la cuenca minera, Mieres, en la convocatoria de toda la región (Domínguez, 2023). Los símbolos son subvertidos en este autorretrato de la artista, tan profundamente provocador por todos los mensajes que subyacen en cada elemento que compone la composición, desde el paisaje hasta los objetos que la acompañan como la puesta en escena. No es la primera vez que Pastor se retrata con el mono minero de su familia ni que aparece con objetos de uso doméstico. Lo hizo también en varios dibujos, como el de 2019, en donde pisaba una vajilla, rebelándose contra las tareas del hogar, o en el díptico “No pienso recoger los platos rotos” (2020). Pese a que en su trabajo los medios no tienen en sí mismos un límite y puede moverse libremente entre dibujo, fotografía, vídeo o instalación, lo cierto es que este retrato que vemos ahora en el Museo Barjola es un paso más en este camino de reflexión feminista y autobiográfico. Aquí el medio es fundamental; la fotografía no puede sino mostrar, evidenciar un posicionamiento que escala hasta lo alto de la montaña de carbón. Como señala Millett (2019), la mano de obra de las mujeres es una reserva a la que se recurre en tiempos de escasez y que queda relegada a lo doméstico en tiempos de bonanza. Natalia Pastor transforma el malestar y la frustración de las mujeres que se ocupan de las tareas de los cuidados (ese problema que no tenía nombre) en una imagen de empoderamiento y posibilidad (Friedan, 2009). Como Rosler en su “Semióticas de la cocina”, el tenedor, el molinillo de café o la escoba pueden ser elementos para la subversión.

Natalia Pastor en su estudio en Gijón, España. Foto Juan Carlos Román
Si en la historia lineal patriarcal que hemos aprendido las mujeres eran minoría por la inferioridad de su posición (Millett, 2019), Natalia Pastor hace aquí un alegato a favor de la contribución fundamental en la fuerza de trabajo y en el impulso industrial que tejieron las mujeres en la Cuenca Minera asturiana. No sólo eso, sino que, más allá de su aportación como plusvalía, fueron también esenciales las redes que tejieron en la resistencia contra la dictadura, pero también en la solidaridad obrera. Nombrarlas, visibilizarlas y hacerlas presentes es un ejercicio feminista. De la misma forma, Pastor entrelaza la historia de un territorio y su genealogía con su propia historia, trabando líneas de conexión entre el territorio minero y su autobiografía. La confluencia de ser mujer trabajadora, artista y madre y las contradicciones que esto supone a la hora de abordar su creación están también aquí presentes. De una forma rigurosa y profundamente anclada en sus referentes artísticos feministas, pero con una perspectiva situada desde donde ella crea y en el contexto donde vive, Pastor presenta una barricada que podría ocupar las calles y cortar el tráfico para protestar por el trabajo infravalorado que hacen las mujeres. Los electrodomésticos, el colchón o los utensilios son aquí la barrera y, a la vez, la imagen de que la esfera de lo doméstico, como señalaba Federici, no es un ámbito privado sin más. En esta instalación, lo importante no es lo que ocurre en las calles que podríamos llevar a los hogares, sino al revés; cómo sacamos la rabia y exigimos cambios sacando los muebles a las calles. En ese “de dentro a afuera” se esconde una posibilidad altamente transformadora: que los cambios no se queden en el felpudo, que traspasen la puerta y dejen salir todo lo que habita dentro.
Exposición: Natalia Pastor. Barricada doméstica. De dentro a fuera, Museo Barjola (Calle Trinidad, 17, 33201, Gijón, Asturias, España). Del 19 de diciembre de 2024 al 23 de febrero de 2025.
[1] Federici, S. (2010). Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva ( Trad. V. Hendel). Editorial Traficantes de Sueños.
Crédito de todas las imágenes: Natalia Pastor
Referencias.
Domínguez, A. (2023). La canción del 8M en Asturias: Así suena el «Compañera, dame tira». La Nueva España. https://www.lne.es/asturias/8-m-dia-de-la-mujer-en-asturias/2023/03/08/cancion-8m-asturias-suena-companera-84331147.html
Engels, F. (2017). El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Editorial Progreso.
Federici, S. (2010). Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Editorial Traficantes de Sueños.
Federici, S. (2017). Undeclared war: Violence against women. Artforum. https://www.artforum.com/features/undeclared-war-violence-against-women-234332/
Friedan, B. (2009). La mística de la feminidad. Cátedra Ediciones.
Lerner, G., Tusell, M. (1990). La creación del patriarcado. Editorial Crítica.
Lucas, C. (2009). La Liberté raisonnée [Vídeo]. https://ca2m-coleccion.org/catalogo/obra/la-liberte-raisonnee/
Millett, K., Moreno Sardá, A. (2019). Política sexual (5a ed.). Ediciones Cátedra.
Nogueira, R. (2023). El pasado minero de las mujeres en Asturias: “Ellas siempre estuvieron ahí”. El Español. https://www.elespanol.com/enclave-ods/historias/20230308/pasado-minero-mujeres-asturias-siempre-ahi/746675618_0.html